viernes, 22 de agosto de 2008

LUIS CERNUDA. BAJO EL SIGNO DE LA EXTRAÑEZA. II

Es Ocnos una crítica viva y amarga, experiencia problemática y condenada, nos convierte en los errantes y siempre extraviados por una ciudad sin nombre, lo que Holderlin nombraría como el espacio infinito del ritmo. Sin residencia alguna, esta obra nos exilia. Una fuerza mágica nos guiará por tiempo y lugares soñados y perdidos, pero sin derecho a la verdad y sin derecho a la muerte. Hay una clave extraña y sombría de la claridad de estos textos; se escribe donde la vida termina de escribirse.

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