martes, 19 de agosto de 2008

LUIS CERNUDA

Uno de los signos principales de la obra de Luis Cernuda es su radical autenticidad, la valentía de su pronunciamiento moral y su desolación. Se manifiesta por un arte inexorable de apasionada antítesis entre la verdad y la mentira, la forma en que se enfrenta a la escritura revela su rango. Dejo aquí este poema perteneciente a su libro “Vivir sin estar viviendo”, donde vuelve a darnos un hermoso ejemplo del testamento moral de su obra. Mediante el monólogo dramático y con una gran objetivación a través de otra voz, nos muestra este retrato como metáfora de la incomunicación y la soledad humanas.




UN CONTEMPORANEO

Le conocí ya hace tanto tiempo;
Déjeme que recuerde. Si la memoria
Falla a mi edad, cuando trata de imaginarse algo
Que en años mozos fuimos, aun más cuando persigue
La figura del hombre solo visto un momento.

Nunca pensé que alguien viniera a preguntarme
Por tal persona, sin familiar, amigo,
Posición o fortuna, viviendo oscuramente,
Con los gestos diarios de cualquiera
A quien ya nadie nombra tras de muerto.

Que de espejo nos sirva
El prójimo, y nuestra propia imagen
Observemos en él, mas no la suya,
Ocurre a veces. Quien interroga a otros
Por un desconocido, debe contentarse
Con lo que halla, aun cuando sea huella
Ajena superpuesta a la que busca.

Era de edad mediana
Al conocerlo yo, enseñando,
No sé, idioma o metafísica, en puesto subalterno,
Como extraño que ha de ganar la vida
Por malas circunstancias y carece de apoyo.

A esta ciudad había venido
Desde el norte, donde antes estuvo
En circunstancias aun peores; ya conoce
Aquella gente práctica y tacaña, que buscando
Va por la vida solo rendimiento,
Y poco rendimiento de aquel hombre traslucía.

Aquí se hallaba a gusto, en lo posible
Para quien no parecía a gusto en parte alguna,
Aun cuando, ido, no quisiera
Regresar, ni a varios conocidos
Locales recordó. Así trataba acaso
De que lo pasado fuera pasado realmente
Y comenzar en limpio nueva etapa.

No le ví mucho, rehusando,
A lo que entiendo, el trato y compañía,
Acaso huraño y receloso en algo
Para mi indiferente. Poco hablaba,
Aunque en rara ocasión hablaba todo
Lo callado hasta entonces, entero, abrupto,
Y pareciendo luego avergonzado.

Pero seamos francos: yo no lo quería
Bien, y un día, conversando
Temas insustanciales, el tiempo, los deportes,
La política, sentí temor extraño
Que en burla, no hacia mí, sino a los hombres todos
En mi representados fuera a sacar la lengua.

Lo que pensó, amó, odió, le dejó indiferente,
Ignoro; como lo ignoro igual hasta de otros
Que conocí mejor. Nuestro vivir, de muchedumbre
A solas con un dios, un demonio o una nada,
Supongo que era el suyo también. ¿Por qué no habría de serlo?.

Su pensamiento hoy puede leerse
Tras su obra, y ella sabrá decirte
Mas que yo. Aunque supongo
Tales escritos sin valor alguno,
Y aquí ninguno se cuidaba de su autor o ellos.

Esta fama postrera no la mueve,
En mozos tan despiertos, amor de hacer justicia
Sino gusto de hallar razón contra nosotros
Los viejos, el estorbo palmario en el camino,
Al cual no basta el apartar, mas el desprecio
Debe añadirse. Pues ¿acaso
Vive desconocido el poeta futuro.

Sabemos que un poeta es otra cosa;
La chispa que le anima pronto prende
En quienes junto a él cruzan la vida,
Sus versos aceptados tal moneda corriente,
Lope fue siempre el listo Lope, vivo o muerto.

Tan vulgar como se quiera será el vulgo,
Pero la voz del vulgo es voz divina,
Por estos tiempos nuestros a lo menos;
Y el vulgo era ignorante de ese hombre
Mientras viviera, en signo
Que siempre ignorará su póstuma excelencia.

La sociedad es justa, a todos trata
Como merecen; si hay exceso
Primero, con idéntico exceso retrocede,
Recobrando nivel. Piense de alguno,
Festejado tal dios por muchedumbres,
Por esas mismas muchedumbres tal animal colgado.
Bien que ello nos repugne, justicia pura y simple.

Mas eso no se aplica a nuestro hombre.
¿Acaso hubo exceso en el olvido
Que vivió día a día?. Hecho a medida
Del propio ser oscuro, exacto era; y a la muerte
Se lleva aquello que tomamos
De la vida, o lo que ella nos da: olvido
Acá, y olvido allá para él. Es lo mismo.



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