viernes, 17 de abril de 2009

LOS QUINTERO



Luis Cernuda, en su memorable y honesta retracción sobre los Quintero, dejó escritas acertadas palabras sobre la obra de estos hermanos de Utrera, el pueblo de Fernanda y Bernarda, de Rodrigo Caro y José Marchena, del querido e indomable sevillista Joaquín Caparrós, hoy por tierras vascas. Fueron muchos los que cayeron en ese error. Como casi siempre, tuvo la culpa en parte los tópicos y prejuicios antiguos que padecieron y aun padecen los sevillanos, en especial su habla. De niño, en mi primer viaje a Madrid, recién muerto el dictador, o como lo quería Borges de Perón, el innombrable, entré en el edificio de telefónica en la Gran Vía, a las operadoras que había allí les llamó la atención mi forma de hablar, les atraía y sonreían, pero sin desprecio, mira este sevillanito tan gracioso, me decían, que yo recuerde no conté ningún chiste. Distinta era la actitud de muchos otros, como los religiosos vascos y castellanos de mi colegio, con su ignorancia y desprecio a toda la cultura sevillana y andaluza. Hubo una Sevilla que mis abuelos conocieron en que se sabía de que barrio era cada uno por la forma de hablar, esa fue la que vivieron y conocieron los hermanos Quintero. Entonces, los profesionales que pasaban Despeñaperros, debido a la represión y a los prejuicios, censuraban en los posible su maravillosa habla, forzándola a un tipo castellano, actores, periodistas, políticos, todavía hoy en muchos profesionales de la información que vivieron aquello puede apreciarse esta huella. La obra de los Quintero, a pesar de su rotundo éxito, durante muchos años soportó la pésima representación que se hizo de ellas por actores que no eran sevillanos, o cuando lo eran la llevaban a una exageración caricaturesca y ridícula, de pésimos directores, guionistas, adaptadores, que destrozaban los diálogos sin vergüenza alguna, esos diálogos que a Cernuda le parecían perfectos. Sus comedias, en lo fundamental, se refuerzan en una visión deliciosa y sentimental, llena de chispa y ligereza, deben de ser tomadas y apreciadas como lo que son y como lo que sus autores quisieron siempre que fuera, un agradable entretenimiento, donde se refleja también una época despreocupada y una visión aguda y animada, su encanto superficial no es nunca un costumbrismo de cuadro falso, si lo es la mala visión que de ellos tantos tuvieron.

3 comentarios:

Olga Bernad dijo...

A mí el acento andaluz, y todo lo que conlleva, me parece una cosa "mu seria". Que también pueda ser muy graciosa no tiene nada que ver.
Qué feo es intentar parecer lo que no se es, madre mía, ese acento andaluz que se adivina a veces constreñido detrás de una pronunciación "normalizada".
Desde ese punto de vista, el costumbrismo es una cosa arriesgada, siempre al filo de la caricatura. Y bastante difícil de afinar. Si usted dice que lo hicieron bien, tendré que echar un vistazo (adivina: no me los he leído:-)
Un beso, Luis.

P.S.: No pierdas ya el acento. Pa qué. Además, a mí me gusta mucho como hablas.

José Luis Garrido Peña dijo...

Gracias, Olga. Espero que todo marche bien. Sin duda, las hablas andaluzas, la sevillana en concreto, no siempre fueron objeto de admiración, a pesar de su enorme riqueza, vitalidad e influencia. Madre de las grandes hablas Canaria y sudamericanas. Se señaló mas bien su aspecto exagerado y bajo, no tanto por parte de la gente sencilla, sino de estamentos políticos, culturales, etc. Juan Ramón Jiménez tiene magníficas anécdotas de esto, también alguna verdad molesta le dijo al propio Cernuda, que quería mucho a su ciudad, contrario a lo que se ha querido resaltar siempre de su desdén, algo de esto le guió en su valoración de los Quintero.

Un beso

ONDA dijo...

Muy citados por Julio Estefanía en su libro de pequeños grandes ensayos sobre sevilla ATALAYA DE SEVILLA una pequeña joya todavía al alcance de quien la quiera.
Un abrazo