jueves, 6 de agosto de 2009

ESCUCHA Y ESPERA


A la manera de W. Wheitch


Quieta, pero con las velas tendidas

Tienes la veladura de viejas sombras, aun te acompañan. También por ellas estás aquí, por sus extraños signos. Dispuesto estás a emprender la acogida de otro ser, de sus huellas y su deriva. Para eso llegas aquí a escuchar y esperar, mientras el mar y las arenas tendidos, un sueño de humildad. Para eso has tomado el rito y la plegaria entre el silencio y el rumor de la luz, sobre tu mapa están ya los pasos y la ausencia aun no nacida te dirá este lugar intenso y sosegado. Estás abierto en una espera, intentando la desnudez, la íntegra transparencia, ojalá nos encontremos, nos reconozcamos. Tendrá acogida entonces nuestra semilla de luz y una sola verdad de vida.




II

La mano traza sobre el papel unos signos, no sabe que traza también un mapa, ¿tal vez un destino?. Tinta en la tarde de verano, rastros para no perdernos y volver, rara correspondencia de voces y nombres.Tras la veladura y la espera hay un sentido, algo en que creer. Escucha.



III

Encuentro. Conoces los paisajes de la luz, allá urdiste tus laberintos, tus escuchas, tus esperas.Hay un bebedor solitario frente al reloj marino, viene de viejas rondas, en un gesto quizá hay años, signos que perduran en su rostro. Alguien aun joven piensa en esta tarde calurosa en los lugares de la luz, en un canto de esperanza y humildad. Una sola voz y un solo nombre para el bien, como un viejo sueño de la infancia, apreciada sabiduría.



IV

Canto e historia de ausencias. Pausa del laberinto en un mapa, punto y destiempo de una última tarde. Alguien verá unos ojos bajo la bóveda de cristal, ante la luz baja de un poniente. Nadie le encontrará tendido. Alguien sabe viejas historias que entregará a la raíz del tiempo, tal vez aun no perdida la veladura y el laberinto



V

Puedes poseer esta demora frente al aliento de la luz. Allá puedes permanecer abierto, buscando signos y huellas. Abrazándote ciegamente a los ritos de la infancia, después del claustro y la calle del mar.


Domingo, 22 de julio de 2001

5 comentarios:

Marisa Peña dijo...

"El aliento de la luz, los ritos de la infancia"...El aliento de lo vivido, clavado y refugiado en las galerías de la memoria.Siempre que te leo me transporto a mis recuerdos, los propios y los que me transmitieron; a ese Sur legendario y arrebatado que me contaron en las frías tardes de mi niñez madrileña.Gracias por la belleza.Un beso muy fuerte, querido amigo bienhallado.

Ana Fernández dijo...

Luis, me ha gustado mucho, en espacial, como siempre, la personalidad literaria que dejas en todos tus textos, la fuerte atmósfera simbólica.

Un abrazo

José Luis Garrido Peña dijo...

Gracias Marisa, por compartir esas pasiones de la memoria.

Un beso

José Luis Garrido Peña dijo...

Gracias Ana, por tu lectura y aprecio.

camaradeniebla dijo...

Soy muy fan