En el adiós de los ríos
que viste aquella noche en sus ojos, madre de luz,
en las callejuelas del hambre,
rumbo mío y tu verdad,
mia interior,
la orilla ciega por los caminos últimos,
es la piel y la noche que perdiste.
En el gran ventanal hay un ala del tiempo donde se respira la llama
De alientos.
Busco sus palabras, ya nos la miro,
en las callejuelas del hambre,
rumbo mío y tu verdad,
mia interior,
la orilla ciega por los caminos últimos,
es la piel y la noche que perdiste.
En el gran ventanal hay un ala del tiempo donde se respira la llama
De alientos.
Busco sus palabras, ya nos la miro,
vivía de no volver a ver
nunca.
Carne suave, alma tranquila, tan sola.
Carne suave, alma tranquila, tan sola.
Febrero 2001
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