Dejó los leves signos sobre el
papel. Mira la incansable luz del verano, el incasable deseo que ofrece la
lejanía de la tarde. No piensa en la destreza de su soledad y su vida, la
posee. Solo puede dejar fragmentos de algo que fluye y escapa. Se conoce en
este destierro, en este mirador de la tarde. Es una aventura el tumulto de
fantasmas que lleva consigo.
Sábado, 17 de febrero de 2001
16.36 h.
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