Solía escuchar aquellas palabras inglesas los días de partido, solo él y unos pocos las pronunciaban, los tiempos habían cambiado. Por eso cuando vinieron al colegio con la promoción de otro deporte nuevo el niño encestó con los pies. Tan inútil y ridícula como aquella promoción eran los argumentos contra el fútbol. Años después siempre lo recordaste y se lo recordaste con una vieja voz inglesa; un atardecer en la playa con bajamar, cuerpo y esférico uno, descalzo, rápido y ligero como la brisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario